«FUMATA BLANCA EN DIPUTADOS: ¿PASARÁ LO MISMO EN SENADORES?»

Por Flavio E. Buchieri. Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios.

www.flaviobuchieri.com

Luego de una semana intensa en negociaciones, especulaciones y oportunismos, se develó el misterio. En la madrugada temprana del pasado viernes, la Cámara de Diputados aprobó el acuerdo que el país se apresta a firmar con el FMI. La votación cerró con 202 votos positivos, 37 negativos y 13 abstenciones. Lo más llamativo, sin embargo, fue la postura de Máximo Kirchner, quien bajó al recinto de dicha Cámara recién para el momento de la votación, convalidando lo que se venía ya hablando desde los días previos: él voto en contra del acuerdo al igual que los restantes diputados de La Cámpora, los 3 diputados que responden a Juan Grabois, los libertarios (incluido López Murphy, de Juntos por el Cambio) y los de la Izquierda, entre los principales referentes. Esto implicó que el oficialismo en Diputados mostrara 28 votos negativos, 13 abstenciones y 75 votos positivos. Se acotó la pérdida, que parecía iba a ser mayor.

Lo importante no es sólo que fue aprobado sino lo que en verdad se terminó aprobando. Juntos por el Cambio logró imponer la idea de sólo aprobar el artículo que autoriza el endeudamiento con el FMI más no así el artículo que contemplaba los anexos presentados, que están referidos a la política económica que el acuerdo implicará ejecutar. Aquí, la necesidad tiene cara de hereje pero la movida de Juntos por el Cambio implicó no socializar los “costos del acuerdo”: un ajuste para la clase media, en un contexto donde nadie sabe bien si el gobierno podrá cumplir las metas pautadas y ante la inminencia de las elecciones presidenciales del año que viene.

El “no voto positivo” de Máximo decantó lo que todo el mundo ya confirma: el kirchnerismo ve al acuerdo como la “tabla de hundimiento” porque su aplicación, a pesar de que el mismo, para muchos, es mucho más suave que el verdaderamente debería implementarse, llevará al castigo en las próximas elecciones y, con ellas, el desalojo del poder. Y esto es grave no sólo para el espacio sino, en particular, para Cristina Fernández de Kirchner (CFK) quien no desea tener un calvario judicial a partir de lo que se estima será su salida del gobierno (debería así competir para convertirse en Senadora por la Provincia de Buenos Aires para obtener fueros) cuando Alberto Fernández complete su mandato el año que viene.

¿Cómo sigue esta historia? Pues el gobierno ahora debe hacer pasar el acuerdo por el filtro de la Cámara de Senadores. Allí el kirchnerismo es más fuerte con lo cual el voto de la oposición se vuelve más importante aún que lo que vimos en estos últimos días cuando Elisa Carrió y Luciano Laspina, de Juntos por el Cambio, encontraron una salida para que el acuerdo no se cayera en Diputados. El problema ahora es que CFK va a estar más expuesta a la hora de votar (y hacer votar a sus senadores) lo que se aprobó en Diputados. Y la pregunta es, de nuevo, que decisión va a tomar la vice-presidenta: si vota afirmativamente se convierte en “socia del ajuste”. Y si vota (y hace votar) negativamente el acuerdo, los riesgos de que el mismo se caiga son más altos con lo cual, efectivizado el rechazo, habrá que buscar una nueva salida al problema.

La caída del acuerdo, si se efectiviza su rechazo en Senadores, generará costos y riesgos adicionales en un país que hace mucho tiempo no crece, la pobreza ha aumentado y no se puede controlar la inflación. Máxime en una economía mundial tan convulsionada por el aumento en la tasa de inflación internacional y el conflicto entre Rusia y Ucrania. Esto llevaría a que los desequilibrios macro en Argentina se descarrilen de la zona de cuasi- estabilidad de vienen teniendo en los últimos dos meses del año.

¿A qué apuesta el gobierno? Pues a que CFK ceda porque, votando a favor o en contra, no tiene nada para ganar. El Presidente no tiene “Plan B”. Es todo o nada, esto es, hay acuerdo o caos. Quizás nunca la Vice-presidenta pensó en este dilema porque Alberto Fernández la ha llevado a un callejón sin salida donde, o es socia del ajuste o bien, votando en contra, le da pie al Presidente a sentirse liberado de su tutelaje y, por ende, puede iniciar el tramo que le queda libre de su presión. De allí la provocación que implicó el plantear que el actual era sólo el primer mandato de Alberto Fernández. No crea, estimado lector, que Alberto Fernández es un presidente débil. Demostró que no es un títere. Ahora impone una agenda en el marco de una disputa hacia el interior de su colación de gobierno y con una oposición que no termina de cuajar.

La pregunta al final es ¿y si le sale bien al Presidente esta jugada?. Alberto Fernández demostró que no era un incapaz. Podemos hablar de otros rasgos del Presidente pero es claro que, a la hora de buscar socios en la derrota, tiene una especial capacidad para ello. Necesitado como está de la oposición logró lo que buscó (¿sacrificando quizás al Ministro Guzmán?) y pudo así casi neutralizar a Máximo y su entorno. ¿Logrará anular la legítima pretensión de CFK por tutelar su criatura?. Es lo que veremos en los próximos días. “No está muerto quien pelea”. Menos un político en el poder. Menos un peronista!!!.

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