“SOPLAR NO ES HACER BOTELLAS!!!”

Por Flavio E. Buchieri
Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios.
www.flaviobuchieri.com

El pasado jueves el INDEC publicó la variación del índice de Precios al Consumidor (IPC) para el pasado mes de Julio. El dato no sorprendió a nadie. Es más, muchos esperaban un valor superior. Lo cierto es que el valor anunciado -7.4%- con respecto a Junio, permite vislumbrar que es el más alto desde el año 2002, cuando alcanzó el 10,4%. Por otro lado, en los últimos 12 meses la tasa de inflación acumuló un incremento del 71%, siendo este el más elevado en las últimas tres décadas. Y, para cerrar con este dato, las diversas proyecciones para todo el año lo ubican en torno al 90-95% aun cuando algunas estimaciones la ubican alcanzando ya los tres dígitos como es el caso de FIEL (106-112%).

¿Qué es lo que está pasando y qué ha implicado hasta ahora la nueva conducción económica? Si bien hay un efecto arrastre importante, la estimación actual (más la de Agosto, que podría repetir o aun incluso superar a la de Julio) para todo el año y la que se espera para el año que viene –que podría ser igual a la del presente año- comienzan a anticipar que las medidas que anunció Massa no están generando un reciclado positivo de las expectativas en los agentes económicos, merced tanto al contexto político, la demora en la implementación de las medidas, la baja -hasta ahora- verosimilitud que mostraron muchas de las suposiciones que formuló el Ministro cuando asumió, como las dudas reales acerca de si hay efectiva voluntad en corregir el desequilibrio fiscal.

Vamos a ofrecer, con algún detalle, qué implica lo antes expuesto. En primer lugar, la propuesta de obtener financiamiento internacional por parte de bancos de inversión y hasta un fondo soberano parece haberse estancado. Si bien es probable que las negociaciones por las garantías que implicaría la emisión de un nuevo instrumento financiero para garantizar el préstamo concedido continúan, no está claro qué puede ofrecer el país en la materia. Veremos la efectividad de lo anunciado cuando el Ministro Massa regrese de un viaje que planea tener en pocos días más por los Estados Unidos y Qatar, entre otros lugares para “pasar la gorra”.

Tampoco se avanzó con la prometida liquidación anticipada de las grandes cerealeras y/o el complejo agroindustrial. Hay reuniones pero los incentivos prometidos no aparecen. Y los que circulan como potenciales propuestas son, a las claras, insuficientes. Esto hace que los dólares prometidos (cerca de U$S 10.000 millones) sean, hoy, sólo una ilusión a la que, a medida que pasa el tiempo y las medidas (si no son anunciadas y/o no se traducen en respuestas concretas) debilitan aún más el cuadro de escasez de reservas que muestra el Banco Central.

Sí se ha avanzado con la segmentación de las tarifas pero la mayoría de los especialistas en energía consideran que el recorte en subsidios que la misma implica es corto. Si a ello se suma que el gasto público no está siendo recortado (por las presiones sectoriales, los planes de oba pública y las transferencias a las Provincias, entre otros), parece improbable que, si no se aprieta el acelerador, corre riesgo la meta del 2.5% de déficit fiscal para el año en curso.

Si a esto se le suma que es difícil que el país acumule entre U$S 5.000 y/o 6.000 millones en el actual segundo semestre, esta otra meta acordada con el FMI también entra en riesgo. Y, por ambas razones, sostener el actual tipo de cambio nominal sin tener una devaluación significativa, luce como improbable. Por ende, la meta de recorte del gasto público en torno a los $ 500.000 millones ya quedó obsoleta. Las estimaciones hoy proyectan un recorte mayor: $ 700.000 millones.

También se ha avanzado con el corte del financiamiento monetario del Banco Central al Tesoro. Esto ha implicado que se proceda a renovar todos los vencimientos de deuda interna en pesos en el mercado local a partir del canje que se propuso en los últimos días (anticipando vencimientos que procederán en Septiembre), el cual ha resultado exitoso en la última convocatoria. Y, lo que es también positivo es la suba de tasas de LELIQ que estableció el pasado miércoles la autoridad monetaria, subiendo la misma hasta alcanzar el 69,5%, lo que representa una tasa efectiva anual del 96,8%. Esto es bueno, en el muy corto plazo, para estimular a los fondos a mantenerse en depósitos a plazo, evitando así la suba tanto en los dólares financieros oficiales (dólar CCL y dólar MEP) como del blue. Pero alimentan a futuro expectativas de mayor inflación y/o de devaluación si la corrección fiscal se demora o no es tan profunda como se requiere para licuar el peso de las LELIQ tanto sobre el mercado cambiario como en relación a los pasivos monetarios totales del Banco Central.

La suba de tasas tiene otro condimento fuerte: la retracción de la actividad económica. El encarecimiento del financiamiento para privados, esto es, para consumo (cuesta ya casi un 200% anual financiar los excedentes no cubiertos con el pago mínimo de las tarjetas de crédito) como el empresarial (para financiar capital de trabajo las tasas ya superan el 85% anual en algunos bancos) lo que seguro va a enfriar la economía. Por lo que aquí se viene otra mala noticia para el gobierno: es probable que la tasa de crecimiento del PBI para todo el 2022 se encuentre más cerca del 2% que del 3%. Esto, sumado a un aumento en la tasa de inflación conducirán a un escenario de mayor pobreza con contracción del mercado de trabajo.

La realidad muestra, así, que la estabilización del contexto macro no se ha consolidado porque no han cambiado todavía los determinantes centrales que la inviabilizan. Por ahora sólo el alto perfil político del Ministro, su hiper actividad, la correlación de fuerzas a su favor (que los restantes socios de su coalición parecen, por ahora, convalidar) y su no desmentida aspiración a ser candidato presidencial con chances en el 2023 parecen darle oxígeno y estirar los tiempos que, minutos antes de su confirmación, parecían agotados. La pregunta es: ¿alcanzará? La demora en confirmar o desmentir a Gabriel Rubinstein como su Vice-ministro muestra la gravedad de la hora. Su indefinición es clara señal de que, si asume alguien como el mencionado, el ajuste no tendrá “vuelta atrás”. Y, detrás de esto surge la duda: ¿se recuperará rápido la economía como para absorber los costos que implica corregir el desaguisado fiscal?.

Estamos así asistiendo a dos caminos con el mismo final, al menos en el corto plazo: si “se hace el ajuste”, es inevitable anoticiarse de los costos que esto genera. Pero si no se hace el ajuste, los costos también están a la vista. La única diferencia entre ambos senderos es el mediano plazo. Sólo el primero, si es adecuadamente presentado y/o calibrado para que sea asimilado correctamente por los actores económicos, es viable. Pero, nuevo, una pregunta surca el horizonte: si esto es tan claro, ¿por qué no llevarlo a la práctica cuanto antes?. Pues el corto plazo podría “sacar jugadores de la cancha!!!. Si Massa cree que puede seguir procrastinando, pues tiene el espejo donde mirarse!!!.

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