Por Flavio E. Buchieri. Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios.
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El ajuste fiscal que se propone llevar a cabo la ministra Batakis luce, en principio aunque no falta mucho para corroborar si así será, más duro que lo que el propio ex Ministro Guzmán había anunciado para reducir el déficit fiscal de este año. Es que ahora, se promete que sólo se gastará a partir de lo que ingrese en caja. Si a ello se le suma la congelación en la incorporación de nuevo personal a la administración pública, el control de numerosas cajas del Estado que hoy están fuera del área de ejecución y monitoreo del Ministerio de Economía, un revalúo inmobiliario que impactará en la recaudación del impuesto a los bienes personales, y la segmentación de tarifas -que se apresta a poner en marcha en breve- no hay dudas que, o bien la ministra está vendiendo una promesa sólo creíble en el muy corto plazo, o bien, vamos a un super-ajuste del gasto público que, si es sólo eso, parece difícil de digerir desde lo político.
Los desafíos que tiene Batakis son hercúleos. Una reciente auditoría interna al Ministerio de Economía expresa que el déficit fiscal real que encontró la nueva ministra al asumir su cargo fue de 4.3% del PBI, muy lejos de la meta del 2.5% acordado por Martin Guzmán con el FMI. Esto demuestra que, en particular, el segundo trimestre del presente año implicó una enorme expansión del gasto público (para congraciarse con el kirchnerismo), que arroja un crecimiento del déficit fiscal primario del 250%, muy arriba del aumento de la inflación. Es claro, entonces, la necesidad de corregir el flanco fiscal de la administración pública.
Los mercados han reaccionado hasta ahora con cautela, pero esto no implica que los precios de los bonos como de los diferentes tipos de cambio se hayan estabilizado. Iniciaron la semana manteniendo los valores de la previa, pero ya durante el jueves y viernes pasado retomaron su sendero alcista. Porque nada ha cambiado, por ahora. Sólo vienen tiempos -cortos- de espera, aunque los mercados parecen ya haberse cansado de que el tiempo pase y no se tomen medidas más concretas.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la corrección del déficit fiscal es una parte del problema. Y es que la tasa de inflación (5.3% para junio, pero se espera que aumente en Julio, llevando el dato a cerca del 80% o más para todo el 2022) depende de este último, pero también de cómo se perciba la corrección ahora del exceso de pesos en circulación, los enormes vencimientos de deuda en pesos en los próximos meses y la escasez casi total de dólares en el BCRA, que se agravará por menor oferta en el segundo semestre del año.
La corrección fiscal que los mercados le están exigiendo al gobierno debería así ser contundente como señal clara para la desaceleración de las expectativas que propician la necesidad por una devaluación fuerte de la moneda. En este aspecto, la ministra descartó, por ahora, una corrección (salto, no crawling peg o mini ajuste diario) al dólar con el cual se transa el comercio exterior, aunque cargo un 10% adicional al impuesto al uso del dólar turista, como se llama a las compras en el exterior con crédito.
La falta de un ajuste cambiario, por otro lado, y como bien lo sabe el gobierno, es una condición necesaria pero no suficiente -cada día menos- para acotar la suba en la tasa de inflación porque, a pesar que el tipo oficial sube poco, los precios suben aún más. Pero, si se cree que con una devaluación de la moneda se soluciona el problema, pues estamos en un problema mayor: la inflación se desmadraría aún más.
Es decir, los problemas combinados de falta de dólares, el exceso de pesos, y la ausencia de una política monetaria que aumente las tasas (aunque implique un crecimiento mayor del stock de las LELIQs, con los problemas a futuro que esto acarrea), hacen insostenible la confirmación de la hoja de ruta que, en gran medida, ya había pautado Guzmán con el FMI. A prima facie, las medidas de los últimos días lucen como simplistas o hasta ingenuas. Es decir, seguimos en el camino de no tener un plan económico serio, consistente e integral para atacar todos los problemas del país. Esto, así planteado, es mero voluntarismo.
El lado político entra, así, en escena. Y aquí aparecen dos elementos en pugna. Por un lado, el llamativo silencio de la “dueña” de la coalición oficialista, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) quien, según numerosas fuentes, parece haber avalado la designación de Batakis, amén que ningún economista medianamente serio o respetable aceptó el cargo. Esto luce como contradictorio porque CFK declamó, días previos, que el camino era el opuesto.
¿Cuánto va a durar este silencio hoy auto-impuesto por CFK? Algunos especulan que esto será así hasta que Alberto Fernández se reúna con Joe Biden, encuentro que apunta, otra vez, a un “tirón de manga” que se le haría al presidente americano para que interceda ante el FMI para flexibilizar el cumplimiento de las metas acordadas que ya, hoy, lucen incumplibles. Veremos.
Pero, por otro lado, la demanda discursiva que se le pide a la coalición de gobierno para “desdibujar” el ajuste que se ha anunciado debilita la ya deshilachada base de sustentación del propio Frente de Todos. Juan Grabois, líder de la CTEP, anunció su rechazo a tales medidas y hasta pre-anunció su salida del propio frente. Y, como bien el propio Grabois lo expresó -como otros referentes de los movimientos piqueteriles y hasta de la CTA que controla Hugo Yasky-, se vienen días de confrontación social álgidos en las calles de la Ciudad de Buenos Aires en los próximos meses. Poca vida tuvo la propuesta del Salario Básico Universal que estos sectores le llevaron a la Vice-presidenta, si es que, en los próximos días, por acción u omisión, se convalida el rumbo elegido.
Desde esta perspectiva, si el rumbo elegido se confirma, pues parece claro que ya se apuesta a que las elecciones del 2023 estén fuera del alcance del oficialismo porque el gobierno tímidamente convalida la necesidad de las correcciones, pero no se “juega por el mismo” ni, lo que es peor, expone una estrategia comunicacional para soportarlo. ¿O se “pateará el tablero” en breve? ¿Es una nueva escaramuza para ganar tiempo? Hay que ver. Batakis ahora es “producto de CFK”. Su fracaso expondría más, si fuera así, el doble juego de la Vice-presidenta: endulzo por izquierda; pero corrijo por derecha!!!. ¿Es este el perfil de una “gran burguesa” como ella misma se autodefinió?
Estamos así ante un dilema que, por ahora, es escénico como retórico aunque los tiempos se agotan para la mera creatividad. Es que, si se hace lo que CFK venía declamando en público, la economía le estalla en sus propias manos. Y, si se instrumenta lo que le piden los mercados, su propia alianza se desmorona. Pierde la calle y, con ella, se inicia el camino del derrumbe político.
¿Estamos frente a la repetición de los días posteriores a la implantación de la ley de déficit cero, establecido por el ex Ministro Domingo Cavallo? ¿Es el oficialismo el responsable de la enorme pérdida de poder político que está teniendo, al igual que lo que le pasó a Fernando De la Rúa a fines del 2001? O bien, las protestas que se avecinan, ¿son un factor de persuasión muy importante para facilitar tanto el ajuste inevitable como para morigerar las presiones que el mercado plantea para evitar desbordes sociales mayores? ¿Será el FMI también propenso a flexibilizar las metas que exige al país si la crisis escala? Muchas preguntas. Muy poco tiempo.
