Por Flavio E. Buchieri
Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor.
www.flaviobuchieri.com

Es una norma generalizada entre los economistas considerar que la presentación del Presupuesto de Ingresos y Gastos de la Administración Pública Nacional debe no sólo anticipar qué es lo que el Estado piensa llevar a cabo para cumplir con su cometido sino, al mismo tiempo, marcar la hoja de ruta para la toma de decisiones del sector privado. Aquí, lo central es su credibilidad, esto es, qué grado de factibilidad tiene para que se lo considere válido y, por ende, el sector privado se acomode al mismo y genere los resultados que el primero espera. Y promueve (no siempre con éxito).

El Presupuesto 2023 que expuso el Ministro Sergio Massa al Congreso Nacional la semana pasada muestra supuestos, parámetros y/o metas que parecen de muy difícil cumplimiento. Y esto obedece a que estamos ante un gobierno muy débil, en fase aparente de salida, y en un año electoral, donde lo normal es acelerar el gasto para mejorar la performance en las elecciones del año que viene. Esto último ya no es posible, por dos razones: primero, los enormes desequilibrios macro que están en camino de resolución y, en segundo lugar, la imposibilidad de hacer política discrecional por el corset que implica el acuerdo con el FMI.

Los aspectos antes mencionados ponen así en duda lo que el Ministro plantea como posible. Pero el mismo es un político avezado. Y, como tal, sabe que debe transmitir (y demostrar) confianza para que le crean. El tiempo que ha transcurrido desde su designación como Ministro de Economía no ha sido mucho pero sí es cierto que ha tenido resultados que, por ahora, lo exponen con mayor perspectiva y fortaleza que dos meses atrás. Es que está, también sobre la mesa, su futuro político. Y si bien nada puede todavía decirse al respecto, es de creer que Massa va a poner “toda la carne en el asador” para asegurar su candidatura presidencial. Aún no ha dicho nada al respecto. Pero, los intentos no silenciados por anular las PASO obraría en su favor, si recibe la bendición de la Vice-presidente, Cristina Fernández de Kirchner (CFK), la cual seguramente obtendrá si logra reencauzar la economía.

¿Qué contiene el Presupuesto Nacional para el año 2023? Aquí exponemos algunos de sus principales aspectos a rescatar:

a) Considera un valor del dólar de $ 260 para fin de dicho año, desde un piso de $ 166 para Diciembre del actual (+56%). Por otro lado, supone una tasa de crecimiento del PBI de 2% (este año cerraría entre 2 y 3%), con una inflación del 60% (100% para el 2022) y un déficit primario del 1.9% (2.5% para el actual año), que es el comprometido con el FMI. Si se suman al anterior el pago de intereses, el déficit fiscal final sería del orden del 3.9% del PBI. Se supone que el financiamiento del mismo se fondeará con bonos en pesos que, por ahora, dicho mercado viene convalidando con éxito las colocaciones que efectúa el Ministro.

b) La inversión privada espera tener una importante desaceleración: pasaría del 10% del PBI estimado para este año, al 2.9% en el 2023. Por su parte, la misma tendencia mostraría el consumo: bajaría de un 6.3% en este año a cerca del 2% para el que viene. Ambos aspectos son claros de entender: el ajuste de la macro afectará a la tasa de crecimiento. De allí los efectos negativos que se esperan en estas variables.

c) Supone que las exportaciones crecerán un 7% contra un incremento de las importaciones del 2%. Esto implica pasar de un superávit comercial de cerca de U$S 7.800 millones a casi U$S 12.300 millones. En este punto no hay definiciones acerca de cómo se lograrán ambos aumentos. Sí es claro que el cepo se mantendría y que el menor crecimiento de las importaciones vendría del lado de una menor variación de la actividad económica.

d) El último punto está referido al tema de los subsidios: se reducirían en el 2023, pasando de un 0.6%, en relación al PBI para el presente año, a casi 2.2% para el que viene. Aquí tampoco se especifica cómo se lograría esta reducción que, de hecho, es cuantiosa.

De un análisis preliminar surge que el mismo parece contundente pero insuficiente de cara a los que parece ya ser una tendencia consolidada: la tasa de inflación se ubicaría en torno al 6% mensual y no bajaría sensiblemente en lo que resta del año con lo cual ya es un hecho dar por cierto que se ubicaría en torno a los tres dígitos para todo el 2022. Si a ello se le agrega que los gremios van a insistir con la reapertura de las paritarias, esto pone un piso alto para los salarios nominales en el 2023 por lo cual no puede pensarse que la inflación no se mantengan en un valor parecido al actual.

Por otro lado, la imposición del dólar soja llevo a que el Banco Central (BCRA) tuviera que emitir bastante (cerca de $ 850.000 millones) por el mayor valor reconocido a los que liquidaban soja. Y, si bien los aspiró con LELIQs, es claro que también tuvo que subir la tasa de interés para que las mismas no se desarmaran y fueran a parar a alguna cotización del dólar financiero o blue. Es de suponerse que la escasez de dólares va a continuar (ahora con una vuelta al sendero de liquidación que se mantenía previo al valor que finalizó el pasado viernes) como las presiones que ejercerá el turismo internacional de cara a los que viajan al Mundial de futbol de Qatar, como por las vacaciones estivales.

Ante ello el BCRA seguro va a tener que elevar nuevamente la tasa de interés antes las presiones que va a tener el dólar oficial (en sus diferentes versiones) como el paralelo. Esto último va a depender de qué es lo que haga el BCRA al respecto.
Hay varios proyectos en carpeta a la hora de analizar qué hacer con las presiones que va a tener el mercado cambiario. Es de suponerse que algún apretón en dicho sector se va a producir porque es difícil pensar en un desdoblamiento del mercado cambiario como hemos analizado en esta columna en el pasado. No creo que el gobierno tolere que el dólar financiero o por turismo aumente desde los niveles actuales. Aunque esto implicaría menos presiones sobre el oficial, dejaría muy expuesto al gobierno. Para él, el dólar blue es un mercado chico y marginal. Es sólo retórica pero lo ayuda a disimular el faltante de divisas que por este canal mantiene.

La escasez de divisas deja, como se deduce, un interrogante acerca del valor de equilibrio del dólar oficial. La devaluación (o mini-devaluaciones, mejor dicho) que el gobierno propone para el 2023 iría, por primera vez, en línea con la tasa de inflación que también supone pero, como esta no es creíble, desanda el camino que se espera sobre el primero. Si la inflación no baja del 100% es altamente esperable que el sendero de ajuste del tipo de cambio nominal no resista por lo cual no es descabellado pensar que una devaluación mayor (salto) sea requerida aun cuando esto retroalimente la tasa de inflación como la indexación que, de hecho, opera sobre el stock de LELIQs. Ni qué hablar si la sequía afecta al volumen de las exportaciones de commodities agrícolas. La presión así sobre el tipo de cambio sería mayor. Y, ante este escenario, es probable que el gobierno se vea obligado a tomar medidas drásticas para evitar una espiralización en la tasa de inflación, entre otros aspectos.

Lo único medianamente previsible es que el proyecto enviado, aún con modificaciones, tendrá seguro el apoyo de la oposición. Es lo único que puede pedir. La misma ya se debate en lo que implicaría, para ella, una anulación de las PASO. Por ende, no sería descabellado pensar que si Massa logra acomodar mínimamente el escenario macro, puede posicionarse como un candidato expectante ante lo que podría ser una virtual atomización de la oposición. Y esto podría retroalimentar las expectativas a su favor. Falta mucho para las elecciones del 2023. Por ahora, todo lo que vemos (y veremos a futuro) sólo sirven para plantar un puente a Marzo del próximo año. Falta mucho camino por recorrer, entonces. Aunque sólo sean unos pocos meses!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *